El bombo es un instrumento musical de percusión membranófono, de timbre muy grave aunque de tono indeterminado. Debido a su sonido grave, se usa habitualmente para marcar y mantener el pulso en diversos estilos de música.
El instrumento evolucionó desde su introducción en Europa en el siglo XVIII por medio de las bandas jenízaras hasta los distintos tipos de bombo existentes en la actualidad: el bombo de concierto, utilizado en bandas de música sinfónica, orquestas y en música de cámara; el bombo de marcha, utilizado comúnmente por diversas agrupaciones musicales en desfiles o eventos al aire libre; y el bombo de batería, desarrollado desde comienzos del siglo XX y presente en la música de determinados géneros, como rock, pop y jazz. La invención de los parches de plástico constituyó un paso determinante en la evolución del bombo, pues ayudó a aumentar la durabilidad de los parches respecto a los anteriores modelos fabricados con piel, aunque estos son todavía apreciados por ofrecer una mayor calidad de sonido.
El bombo posee un gran espectro dinámico y poder sonoro, y puede golpearse con una gran variedad de mazas y baquetas para lograr diversos matices o efectos. Además, el ataque —o modo de iniciarse el sonido— y la resonancia —o vibración del instrumento— influyen en su timbre. Las técnicas de ejecución incluyen diferentes tipos de golpe como el legato o stacatto, al igual que efectos como redobles, apagado, golpeos al unísono o notas de gracia. Desde sus orígenes es además habitual su empleo junto a los platillos.
En el ámbito orquestal, el bombo evolucionó hacia medidas notablemente mayores, hasta llegar a tamaños de más de dos metros de diámetro, y se suspende en un soporte diseñado para posicionar el instrumento libremente. Por su parte, el bombo de marcha se mantuvo en medidas más pequeñas, adecuadas para poder cargar con el instrumento mientras es tocado, y se benefició de la introducción del plástico en los parches por sus mejores condiciones frente a cambios atmosféricos. Por otro lado, la invención a principios del siglo XX del pedal para golpear el bombo dio lugar al bombo de batería, parte fundamental de dicho instrumento.
Composición
Respecto a los parches, aunque se han realizado notables progresos en el desarrollo de los modelos de plástico, la calidad de sonido de estos no puede reemplazar a la de los de piel, por lo cual es habitual contar con el uso de los últimos en la orquesta. Bombos más pequeños, como los utilizados en la batería o en música militar (especialmente los usados al aire libre), normalmente cuentan con parches de plástico, los cuales son más resistentes al agua y la humedad y tienen menos necesidades de mantenimiento. El parche que es golpeado —o parche batidor— es usualmente más grueso que el opuesto —llamado parche de resonancia o resonador—, si bien se suelen fabrican del mismo material.
En la orquesta, el bombo es normalmente suspendido en correas de cuero o goma, e incluso cables, en un soporte especial que permite al instrumento ser balanceado libremente y colocado en cualquier ángulo o posición de interpretación.1 Es habitual además que el soporte disponga de bloqueos para las ruedas, para evitar que el bombo se mueva durante la interpretación.2 Algunos tamaños comunes de bombos sinfónicos son 36x16, 32x16 o 28x14 pulgadas.3 Nota 1
Notación
Por su parte, en música jazz, rock y pop la parte de bombo para batería se escribe invariablemente en la parte inferior del sistema de notación, que suele ser el pentagrama. En ese sistema, la parte para bombo se escribe bajo la primera línea, correspondiente a la nota re en clave de sol.6
Historia
El tambor turco y la percusión militar
Los tambores turcos llegaron a Europa en el siglo XVIII con las tropas jenízaras y sus bandas militares, las cuales mostraban un fuerte énfasis en la percusión.11 No se tardó en intentar integrar ese sonido en las bandas militares europeas, donde en busca de más empaque y sonoridad el número de integrantes se estaba ya viendo aumentado con nuevos instrumentos de viento como oboes, clarinetes, trompas y fagotes.12
El periodo clásico: inclusión en la orquesta
Las bandas jenízaras se volvieron muy populares en las cortes de Europa, pues su sonido —producido por la combinación de tambores, platillos y triángulo— se percibía exótico, así como el tamaño de los tambores y la forma de tocarlos y llevarlos. A lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII la música turca se fue introduciendo en la orquesta —especialmente en las obras operísticas— para lograr usualmente un tono exótico o militar en las composiciones, referido comúnmente como alla turca. Gluck se aventuró con algunos de los primeros usos del bombo, como recurso estilístico en Le cadi dupé (1761), y en 1764 en su obra Los peregrinos de la Meca. Mozart, usando bombo, platillos y triángulo, empleó también la instrumentación de la música turca en El rapto en el serrallo, de 1782, así como Haydn en su música incidental para la tragedia Zara de Voltaire (1777).13 El mismo compositor usó esta instrumentación para sugerir ambiente militar en su Sinfonía Militar (1794),14 al igual que Beethoven en alguna de sus últimas composiciones, como en el «Finale» de su Novena Sinfonía (1823).15
El instrumento se golpeaba siguiendo usualmente la técnica turca, con baqueta ganchuda sólida en un parche y una varilla ligera en el otro, o en el casco. En los ejércitos europeos, la varilla se reemplazó por un switch —similar a una escoba pequeña y hecha de ramitas de abedul—,19 y el instrumento era utilizado mayormente para controlar el pulso, ayudando a mantener a la banda sincronizada en tiempo, así como para determinar la velocidad de marcha militar o facilitar una parada completa mediante un doble golpe al final de una frase. El intérprete solía, además, atar las baquetas a sus muñecas mediante un cordel, de manera similar a cómo hacían los primeros intérpretes de kettledrums, para facilitar voltearlas como espectáculo.20
En la orquesta, el instrumento se colocaba habitualmente en posición horizontal sobre una base. Para diferenciar los dos golpes, en las partituras de la época se utilizaba la posición de las plicas: hacia arriba, hacia abajo, e incluso ambas.21 Este método, utilizado normalmente de forma posterior para indicar la combinación de bombo y platillos, indicaba que la nota debía ser tocada con baqueta y caña simultáneamente. Sobre esto, Julius Rietz comentó en 1868: «Las notas dobles en el bombo son hoy en día inexplicables para muchos. Debería indicarse que este instrumento se golpeaba en ambos costados: en el lado derecho con la baqueta de madera, y en el lado izquierdo con la escobilla de abedul (ruthe). Las notas que son situadas boca arriba (los golpes más rápidos) pertenecen a la escobilla, y las más bajas a la baqueta.»22 Las notas en la parte fuerte del compás se ejecutaban con la maza sólida, mientras que en los restantes pulsos débiles se empleaba el la escobilla, que proporcionaba un efecto semejante al de las escobillas actuales en el jazz. En un típico compás de 4/4 en la música militar de la época, se producía un sonido resultante thump-chack-chack-chack, completamente diferente del moderno boom-boom-boom-boom, que es menos rítmico debido a su resonancia pero plaga las representaciones de Mozart y Haydn.23
El periodo romántico: evolución en su empleo
Debido a su mejor sonido, el tambor de poco fondo fue sustituyendo al más profundo y cilíndrico, y se empezó a utilizar de forma más frecuente en las composiciones orquestales.24 El uso del bombo en las óperas del siglo XIX facilitó la inclusión del instrumento en la orquesta romántica, y conllevó que el bombo fuera perdiendo, con el paso del tiempo, su tono exótico. Hacia mediados del siglo XIX, el bombo formaba ya parte habitual —junto con los timbales y el tambor militar— de los conjuntos orquestales.25 La utilización de mazas almohadilladas para el bombo comenzó también a ser usual; el italiano Gaspare Spontini, en su ópera La vestale de 1807, fue probablemente el primer compositor en requerir que el instrumento fuera golpeado con baquetas cubiertas con fieltro.26
La moda del uso simultáneo de platillos y bombo alcanzó tal punto que Berlioz, en 1843, llegó a protestar en su Gran Tratado de Instrumentación por la forma en que algunos compositores empleaban esta práctica, la cual consideraba que estaba siendo sujeta «al más atroz abuso»: la grosse caisse (literalmente, «tambor grande») —como se solía llamar al instrumento debido a sus enormes proporciones— estaba siendo usada por «novatos en el arte hambrientos de efectos» que únicamente buscaban impresionar «a través de pomposidad orquestal y efectos potentes» en detrimento del atractivo musical. Muchos compositores, añadía, arruinaban todo «con su continuo thump, thump, thump, anulando el sonido de la orquesta y exterminando las voces, por lo que no hay melodía, armonía, patrones musicales ni expresión».29 El compositor llegó a apuntar que el uso de bombo bajo un ritmo regular, como el primer golpe de cada compás, conduciría inevitablemente a ralentizar la orquesta debido a que el percusionista usualmente toca tras el pulso. Berlioz también consideraba intolerable la interpretación conjunta por un único músico, ya que el tono del plato perdía en calidad, con un ruido «como si uno dejara caer un saco lleno de hierros viejos y cristales rotos. [...] Como mucho serviría para acompañar monos danzantes, juglares, tragasables y comeserpientes en lugares públicos y las plazas urbanas más mugrientas».30 Remarcaba cómo de valioso puede ser el bombo cuando está bien escrito, y describió su propio uso en la Sinfonía fantástica de 1830, donde llega a pedir un redoble para bombo ejecutado por dos intérpretes con baquetas de timbal.31 Nota 2 El primer redoble —o trémolo— para ser ejecutado por un único percusionista aparece probablemente en Lo que se escucha en la montaña (1849), de Franz Liszt. Este efecto, usado también eficazmente por Wagner, fue requeriéndose en obras tales como El aprendiz de brujo (1897) de Dukas, El pájaro de fuego (1910) de Stravinski o El horno de las fieras (1966) de Britten.32
Establecimiento
Si bien el modelo más común a principios del siglo XIX era todavía el tambor turco o el long drum, en Reino Unido comenzó a proliferar otro modelo de bombo, denominado gong drum, de un solo parche y cuyo tono se consideraba mejor que el del bombo usual de dos parches.Nota 3 Debido a que en estos modelos se utilizaba un sistema de tensión con pernos de hierro —en lugar del habitual sistema por cuerdas— la tensión era más fácil de controlar, aunque se trataba de un sistema más laborioso. Para obras como el Requiem de Verdi, donde el compositor solicita que las cuerdas estén bien tensionadas para los golpes seco e molto forte del «Dies irae», pero aflojadas para las notas ppp en el «Mors stupebit», se trataba de un sistema menos apropiado, si bien puede interpretarse mediante el uso de dos instrumentos. Toscanini solía además pedir un bombo muy grande para sus interpretaciones de esta pieza, con el bombo colocado de la manera en que Berlioz pedía para —entre otras— su Sinfonía fantástica.33
A mediados del siglo XIX, el sistema de tensión por tornillos fue reemplazando al de tensión por cuerdas que se venía usando hasta el momento. El casco ya no se fabricaba únicamente de madera, sino también de latón o aluminio. Asimismo, la técnica de ejecución fue evolucionando, y en el ámbito orquestal se empezó a golpear realizando un cierto arco amplio hacia abajo. A pesar de los reparos de Berlioz, el uso de un plato fijado al casco del bombo para que pudiera ser golpeado por el otro plato por el mismo intérprete se convirtió en práctica común a lo largo del siglo XIX y en el XX, especialmente por bandas militares en conciertos. Mahler en ocasiones llegó a requerir esto como estilo militar.38 También Mahler requirió el uso de la tradicional escobilla de abedul en sus sinfonías, en el aro de madera en el scherzo de su Segunda Sinfonía y de la manera tradicional en su Séptima Sinfonía, de nuevo diferenciando la posición de las plicas. Balákirev utilizó este mismo sistema de notación en Tamara, para indicar el golpeo alternativo en ambos parches del instrumento.39
En la orquesta moderna, el bombo es habitualmente suspendido de un marco que permite al instrumento balancearse libremente y ser colocado en cualquier ángulo para ser golpeado. Ocasionalmente, también se puede colocar sobre una plataforma especial, con los parches del instrumento perpendiculares al suelo. La profundidad del casco suele oscilar entre 35 y 55 centímetros, mientras que el diámetro de los parches varía comúnmente entre 70 y 100 centímetros.40 En las partituras orquestales, el bombo se ha convertido, junto con los platillos, en el instrumento de percusión más utilizado tras los timbales.41
Por su parte, los bombos utilizados a principios del siglo XX en las orquestas de baile solían utilizar tensión por tornillos y eran algo más pequeños que los de marcha, de unos 60 centímetros de diámetro, aunque lo suficientemente anchos como para colocar un soporte (trap tray) encima del bombo. El instrumento estaba situado en el suelo, mientras que el intérprete se colocaba sentado en un taburete.46 Progresivamente, se fueron montando sobre el casco del bombo instrumentos como platillos, cencerros, tom-toms o pequeños instrumentos de efectos, y a esta combinación de elementos, acompañados de caja y charles, se le comenzó a conocer como batería.
Evolución de los parches
Se realizaron algunos intentos de construcción de parches con diferentes materiales —como por ejemplo una patente del siglo XIX de parche hecho de paño saturado en acetato de celulosa—, pero ninguna de esas ideas tuvo realmente éxito en el empeño de sustituir la piel como material para fabricar los parches hasta la llegada en la década de 1950 de los modelos sintéticos de Mylar, los cuales no se mostraban afectados por las condiciones climáticas.
La llegada del Mylar provocó el declive del uso de los parches de piel en la música de baile y militar debido también a otros factores como su coste o su volumen. La música estaba cambiando a finales de la década de 1950; hasta entonces, las formas musicales habían tenido relación con el swing y tendían hacia el rock & roll y el rythm & blues. Estos estilos demandaban más sonoridad, acompañando la introducción de instrumentos como la guitarra eléctrica que se habían visto evolucionados desde su diseño acústico tradicional. Los parches de piel, cuya máxima calidad la ofrecen a volúmenes medio-bajos, no podían competir en volumen con el resto de instrumentos amplificados, y su durabilidad se veía resentida al ser usados en esas circunstancias. La aparición del Mylar, bastante más barato que la piel, facilitó también que las propias compañías musicales fabricasen los parches ellas mismas, pudiendo así controlar mejor la producción y desligarse de las empresas fabricantes de parches de piel. Las empresas pioneras en la utilización de este material —Evans y Remo— pasaron a dominar el mercado, mientras que algunas empresas fabricantes de parches de piel desaparecieron o se dedicaron a la industria peletera, y otras, como Ludwig o Slingerland se reconvirtieron al nuevo material.48 Por su parte, el uso de parches de piel sigue presente ampliamente en el ámbito orquestal, pues estos son capaces de producir una mayor calidad sonora que la de los parches de plástico.
El bombo de pedal
William F. Ludwig, un emigrante alemán que tenía un puesto de percusionista en un teatro de Chicago, decidió crear en 1909 su propio pedal, al no sentirse satisfecho con el modelo de madera que utilizaba para tocar los emergentes ritmos de jazz y ragtime. Ludwig fabricó el primer modelo de pedal realmente útil, el cual permitía tocar el bombo de manera más rápida, precisa y cómoda. El modelo no tardó en popularizarse, y comenzó a ser producido en masa en metal bajo la firma Ludwig and Ludwig.
A partir de la década de 1930, se llevó finalmente a cabo una importante reducción en el tamaño de los bombos, así como la introducción de herrajes más ligeros. Aunque no se habían realizado grandes cambios en el diseño del instrumento —exceptuando la llegada de la doble tensión en lugar de la tensión simple o por bellotas de tubo—, el diseño personalizado de parches pintados a mano había cobrado por otra parte cierta importancia. Esto servía como medio para atraer atención sobre el instrumento, que por entonces cumplía básicamente con la función de marcar y mantener el tiempo con figuras sencillas como negras regulares.
Más tarde, desde la aparición del rock a mediados de la década de 1950 empezaron a usarse otra vez bombos más grandes, de 22 y 24 pulgadas,56 pero siendo esta vez apagados o amortiguados, para sacar máximo rendimiento al ataque.57 Sobrevino por este entonces un rediseño radical de los herrajes que acompañaban a los tom-toms y a otros instrumentos, para mantenerlos dentro del alcance del batería, y estos instrumentos auxiliares comenzaron a verse sobre el bombo, en lugar de a su lado.58 En 1965, Joseph Peters registró una patente de un pedal con el que buscaba poder utilizar dos mazas diferentes en un mismo bombo;Nota 4 Allan Simpson, en 1972, patentó por su parte otro pedal con el cual era posible tocar dos bombos con un solo pie.60 A partir de la década de 1980, si bien los parches seguían estando amortiguados, se comenzó a admitir la resonancia, y se fue afianzando un diámetro estándar de 22 pulgadas.61 Modernamente también es habitual el uso de modelos de 18 pulgadas —principalmente en entornos acústicos y jazz—, o de 20 pulgadas.
Sonido
Mientras que en los bombos de marcha se suele obtener un ruido sordo, en la orquesta se busca un sonido como "de trueno bajo".65 El tamaño y el peso de las mazas a usar son relativos al tamaño y tipo de bombo, por lo que los bombos sinfónicos se golpean generalmente con una maza grande y suave, habitualmente sostenida con la mano derecha, y suficientemente pesada para provocar que vibre la gran caja de resonancia del instrumento. La tensión de los parches debe ser pareja a lo largo de todo el perímetro de los parches, y suficientemente aflojada, aunque permitiendo que el bombo produzca un sonido resonante. Si el parche es destensado demasiado se obtiene por el contrario un sonido blando y endeble, sin cuerpo tonal.66
Debido a que el sonido del instrumento se proyecta según sea la orientación de sus parches, es importante que el bombo tenga la inclinación adecuada para una buena proyección de su sonido. En nuestros días, el bombo orquestal se coloca normalmente de forma que los parches quedan en posición vertical pero en ángulo, para que el percusionista golpee desde el lado. Si bien en ocasiones el parche se golpea en una posición casi horizontal, en esta posición la calidad del sonido es más pobre debido a que las vibraciones se reflejan en el suelo. Además, es conveniente aislar los ruidos que puedan existir derivados de la instalación del instrumento; los soportes donde el bombo queda suspendido ayudan a aislarlo de cualquier otra superficie de contacto.
El uso de parches de piel, los cuales son habitualmente apreciados por ofrecer una mayor calidad de sonido que los de plástico, todavía es común en tambores utilizados en ámbito orquestal, principalmente en timbales. Sin embargo, al contrario que con el timbal, del cual se desea extraer un tono definido, se cuida la construcción y afinación de un bombo para evitar esto. Los bombos sinfónicos pueden producir distintos tonos según sea la caja de resonancia del instrumento —es decir, su tamaño—, pero en busca de disipar cualquier impresión de tono los parches pueden ajustarse a alturas diferentes, afinando por ejemplo el parche de resonancia aproximadamente un semitono más grave. Mediante el uso de mazas grandes y suaves se ayuda también a eliminar cualquier rastro de tono.69
El bombo orquestal puede además llegar a ser utilizado como una especie de timbal «super-contrabajo». Su sonido en dinámicas piano o pianissimo tiene una profundidad que queda lejos del registro que puede llegar a alcanzar un timbal, cualidad que Verdi explotó en el «Mors stupebit» de su Requiem. Por otra parte, para dinámicas mayores, el bombo también es capaz de proyectar un peso muy superior al que puede conseguir el timbal, lo que puede añadir un clímax adicional incluso cuando los timbales ofrecen ya todo su potencial.70
Mazas y baquetas
Las mazas para propósito general son habitualmente de mango grueso, con unos 25 a 35 centímetros de largo y de madera —como carpe o haya—, y una cabeza de fieltro denso la cual, con unos 7 u 8 centímetros de diámetro, es considerablemente más grande y pesada que cualquiera para timbal. Las mazas para bombo normalmente son también redondas o elípticas y de una sola cabeza, aunque se usan asimismo mazas dobles con dos cabezas para poder realizar redobles a una mano, golpeando alternativamente cada maza. Para este cometido también suele emplearse una pareja de mazas de redoble, ligeramente menores que las utilizadas para propósito general, con mangos más delgados y fieltro blando. Estas mazas, las cuales producen un sonido más exiguo, también pueden emplearse para golpes en matices pianos. A veces se requieren particularmente baquetas de timbal para interpretar un redoble, si bien el poco peso de estas no las hace idóneas en esta situación,2 y deberían ser utilizadas únicamente cuando se especifique, sea para redoble u otros usos como la obtención de determinados matices, la ejecución de ritmos complejos o pasajes rápidos.71
Por lo general, para ritmos rápidos o pasajes articulados y secos se suelen utilizar baquetas de fieltro duro o de madera recubierta. Las mazas de fieltro duro producen un timbre con mucho ataque, aunque poco volumen. Se pueden emplear asimismo mazas con cabezas recubiertas con cuero, las cuales producen un timbre duro; con cabeza de madera, para un sonido resultante seco, enérgico y ruidoso, siendo su ataque audible de forma nítida; baquetas de caja, cuyo sonido es muy seco, duro, preciso y ruidoso, si bien son demasiado ligeras para que el bombo obtenga toda su resonancia;Nota 5 o baquetas de marimba o vibráfono, para producir un timbre duro pero con menos volumen. Otros usos pueden emplear escobillas, las cuales pueden obtener sonidos como siseos o zumbidos; vergas, como las utilizadas con la técnica turca; e incluso los dedos. Puccini indica incluso el uso de una baqueta de hierro (bacchetta di ferro) en su Madama Butterfly.73
Sonido del bombo de pedal
Un factor crucial en la resonancia del bombo de pedal es la actuación del parche delantero, o parche resonador. Si bien su ausencia produce nula resonancia, se puede conseguir un mayor ataque y proyección, lo cual en algunos estilos de música puede llegar a ser apropiado. Para conseguir un equilibrio entre estos factores se han llegado a diseñar parches resonadores perforados.74 Siguiendo con la tendencia creciente de maximización de la resonancia desde la década de 1990, se han diseñado también sistemas como el «Woofer», o resonador para bombo, consistente en un bombo adicional del mismo diámetro pero más estrecho que uno tradicional, que se monta delante del bombo en el que se está tocando.75
Técnica instrumental
En un bombo sinfónico, el golpe se suele ejecutar mediante un movimiento combinado de antebrazo y muñeca dirigido hacia el parche, pues un golpe directo —en contraposición a un movimiento circular u oblicuo— produce la máxima vibración y profundidad de tono del parche.76 Para una interpretación general, un intérprete de bombo orquestal suele permanecer detrás del instrumento, o ligeramente más cerca del parche batidor, con el instrumento posicionado en un ángulo de 45 grados o más.2 Para un acceso fácil a las mazas y baquetas es normalmente necesaria también alguna bandeja o estuche auxiliar. Las técnicas de ejecución incluyen diferentes tipos de golpe como el legato o stacatto, al igual que efectos como redobles, apagado, golpeos al unísono o notas de gracia.
Legato
Se usa la palabra italiana legato para describir el golpe de bombo que produce un sonido grande y timbre redondo. Esto se consigue mediante el uso de una maza bastante grande que cuente con suficiente peso para hacer vibrar los parches del instrumento sin causar un tono duro y seco, pues se busca producir un tono cálido y meloso sin un impacto marcado. Para dinámicas suaves, se utiliza un movimiento básicamente de muñeca, mientras que para volúmenes más fuertes se utiliza también combinado un desplazamiento de brazo. Es importante acompañar el movimiento de la maza tras el golpeo para permitir al parche resonar y conseguir un legato completo y sonoro.77
Staccato
Redoble o trémolo
Usualmente, el redoble es indicado con un símbolo de trémolo o con tres barras atravesando la plica o sobre ella, y su función es la de producir un sonido continuado. Para un redoble de bombo se utilizan comúnmente dos mazas algo más pequeñas y ligeras que las usadas para golpes simples, percutiéndolas alternativamente a una velocidad que permita el mantenimiento del sonido del bombo. Puede emplearse un agarre tanto tradicional como paralelo, posicionando el cuerpo de manera que las baquetas se sitúen confortablemente de manera equidistante respecto al centro del parche. Un método práctico y efectivo para ejecutar redobles largos es colocar el bombo en una posición horizontal. Antiguamente, el redoble se solía ejecutar incluso con una única maza, golpeando esta con la cabeza y el extremo o con una maza de dos cabezas, lo cual ayudaba a liberar una de las manos. En la actualidad, si un intérprete ha de ejecutar un redoble con una única mano puede optar también por sujetar dos mazas en una mano con un agarre similar al de instrumentos de láminas como la marimba o el vibráfono.79 Para dinámicas suaves se recomienda tocar cerca del borde del parche, donde se consigue un sonido más delicado y con más armónicos, mientras que para mayores dinámicas se utiliza una zona más cercana al centro.80
Apagado
Para notas de corta duración, o bien se ejecutan en el centro del parche —donde las vibraciones son más débiles y la resonancia es menor— o bien son apagadas, lo que significa detener la vibración de los parches. El procedimiento para apagar la resonancia del bombo en notas secas y fuertes es habitualmente mediante la mano izquierda en el parche resonante, y la rodilla derecha en el parche que es golpeado. Para ello el pie derecho puede ser colocado en un pequeño taburete o en el reposapiés del soporte para bombo, lo que eleva la rodilla derecha en una posición donde poder descansar sobre el parche batidor y apagarlo. En pasajes rítmicos, o para reducir la resonancia, es usual también el empleo de un paño o similar en el parche batidor —sin cubrir la zona de golpeo—, lo cual produce un timbre más duro y amortiguado. El área cubierta por la tela dependerá del parche y del tamaño del instrumento, siendo incluso en ocasiones amortiguado también el parche resonador, o el bombo posicionado en posición horizontal. Otros intentos de reducir la resonancia del bombo han llevado por ejemplo a la construcción de modelos de bombo con un apagador interno, accionado con pedal.81 Siguiendo esta idea, hay quien introduce dentro del casco objetos como papeles con el objetivo de ayudar al apagado, mientras que otros optan por adosar una cinta adhesiva al parche. Sin embargo, estas últimas técnicas no son recomendables.82
Asimismo, un factor que el intérprete debe considerar es la longitud de las notas con relación a la música, pues a menudo lo que está escrito podría no ser exactamente lo que el compositor tenía en mente. A veces los valores de las notas que se ven son demasiado cortas en relación con otras partes de viento, como si solo estuviera escrito el ataque del bombo, y se debe tener en consideración si es apropiado dejar resonar el instrumento algo más antes de apagarlo.67 Por el contrario, cuando los compositores quieren indicar que una nota debe sostenerse o dejarse sonar sin apagar, es habitual el empleo de una línea curvada a continuación de la nota correspondiente, o de la abreviación L.V.Nota 6
Uso combinado de mazas y notas de gracia
Puede ser útil el empleo conjunto de una maza normal y una baqueta más dura cuando se ejecutan ritmos que combinan figuras musicales típicas en los ritmos de bombo como negras o blancas —los cuales son más apropiados para tocar con una maza blanda— junto con medidas rápidas de corcheas y semicorcheas —donde es más recomendable el empleo de una maza dura—. Para pasajes que contienen notas de valores largos es recomendable además posicionar el bombo de forma vertical, pues en posición horizontal el parche inferior no proyecta bien el sonido al encontrarse paralelo al suelo. En ciertos pasajes donde sería recomendable un cambio de maza pero no haya tiempo para ello, el intérprete debe decidir qué tipo es el más apropiado para el pasaje, pero por lo general es mejor utilizar mazas que permitan que los pasajes más rítmicos sean interpretados de forma clara. La ejecución de notas de gracia se realiza con dos baquetas duras, mediante golpes simples y un uso del staccato para asegurar la claridad de cada nota de gracia.83
Uso conjunto con platillo
Bombo de pedal
Principalmente, existen dos técnicas básicas para tocar el bombo de batería: con el talón abajo y con el talón arriba. Para la primera de ellas el pie, colocado sobre el pedal, provoca mediante un balanceo que la maza golpee el parche, y vuelve inmediatamente a la posición inicial —esto es, el pie apoyado completamente sobre el pedal—. Para la segunda técnica, el talón se retira del pedal, y se utiliza la punta del pie, el cual vuelve posteriormente a la posición inicial. De esta forma, se pueden obtener golpes más fuertes y articulados.87
Sobre el mecanismo, cuando el pie descanse encima del pedal, la tensión del resorte debería ser la apropiada para que la maza no haga contacto con el parche; a mayor tensión, más rápido y fuerte será el rebote.88 Además, el empleo de dobles pedales, tocados sobre un bombo o dos, permite la ejecución de hasta redobles.89
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