El tiple es un instrumento musical proveniente de Colombia. Es un cordófono
de la familia de las cuerdas pulsadas. Tiene 12 cuerdas metálicas,
agrupadas en cuatro órdenes o grupos de tres cuerdas, cuya afinación es
igual en el primer orden, y en los órdenes segundo a cuarto, la cuerda
central se afina una octava por debajo de las dos laterales. Las
primeras menciones a tiples se encuentran en textos españoles del siglo
XVII y XVIII. Uno de estos fue publicado en Madrid
en el año 1752 por el editor, profesor de música y compositor español
Pablo Minguet e Irol un método para aprender a tocar la guitarra y el
tiple, además de otros instrumentos.
Acompañante de ritmos colombianos e instrumento solista
El tiple se considera el instrumento nacional de Colombia. Se utiliza en el acompañamiento de ritmos típicos del interior del país como el bambuco y el pasillo. También se usa como acompañante de la tradicional trova antioqueña
(canto repentista o improvisado). El tiple ha sido reconocido como
instrumento musical solista: como melódico (a la manera como se
interpreta en el altiplano cundiboyacense y en el departamento de Santander,
con plectro o púa, requiriéndose el acompañamiento de otros
instrumentos) y como solista autónomo que hace melodía y armonía
simultáneamente.
Uno de los principales intérprete de este instrumento en Colombia dentro de la concepción melódica, fue el maestro "Pacho" Benavides.
Criterios técnicos para la adecuación de una melodía al tiple solista
La tesitura o registro prevalente
El tiple tiene un rango que se extiende desde el re4 (correspondiente en el pentagrama al primer espacio adicional debajo de la primera línea en clave de sol) hasta el si6 de la quinta línea adicional superior, en términos de sonidos naturales y convencionalmente establecidos para el instrumento.
Esta extensión se puede distribuir metodológicamente en tres secciones: registro bajo, registro medio y registro alto. El registro medio es el más conveniente para la adecuación de una melodía a la idiomática del instrumento. Es decir, la melodía debe ser dispuesta en la tonalidad
en donde prevalezca mayoritariamente el registro medio. Sin embargo, en
el caso frecuente de encontrarnos con obras que presentan una parte en modo mayor y otra en el modo relativo menor,
y no fuera posible enmarcar la totalidad de la melodía en el registro
medio, dada su amplio registro, tendremos entonces la opción de trabajar
una de sus partes en el registro bajo, es decir en la octava inferior, lo cual nos permite utilizar otros efectos de carácter tímbrico y armónico.
Registro bajo
Extensión comprendida entre el re4 (ubicado en el primer espacio adicional del pentagrama, debajo de la primera línea en clave de sol), y el re5 (de la octava superior, correspondiente a la cuarta línea del pentagrama).
Registro medio
Extensión comprendida entre el si4 (ubicado en la tercera línea del pentagrama en clave de sol) y el mi6 (de la tercera línea adicional del pentagrama).
Registro alto
Extensión comprendida entre el re5, ubicado en la cuarta línea del pentagrama en clave de sol, y el si6 (en la quinta línea adicional superior del pentagrama).
La tímbrica
Por razones propias de la morfología del instrumento tiple, el sonido
que se concibe es más brillante en la medida en que la obra sea
susceptible de ser adaptada a una tonalidad en la cual se encuentre el
mayor número de cuerdas pulsadas al aire, especialmente cuando quiera
que se trate de ejecuciones en las que el rasgueo (r) o guajeo y brisa
(Br) se quieran destacar, como expresiones características de la
ejecución de la mano derecha en el tiple.
Si bien es cierto, que el rasgueo en sí mismo constituye una
característica de orden esencial en el lenguaje del tiple, no es menos
cierto que la forma como se tañe o se pulsa el instrumento en el
estricto sentido de ejecutar e interpretar una melodía con o sin
acompañamiento, también se hace trascendente; no sólo por la ejecución
en si misma, sino también por la interpretación a la que da lugar la
forma y el género de la obra que se pretende adecuar.
En ese orden de ideas, las formas generalizadas de pulsación en el
tiple se pueden considerar así: el pellizcado, el cuasi-apoyo y el apoyo
propiamente dicho. En la primera posibilidad, es decir, el pellizcado,
el sonido que se desprende de la ejecución no se hace tan prolongado,
pero sí liviano y muy grácil. En el cuasi- apoyo, el sonido se prolonga
un poco más, comoquiera que el apoyo que se realiza se retira
rápidamente de la cuerda, con el ánimo de “no privar” a la cuerda en la
que descansa el apoyo de su expresión sonora, pues bien sabemos que así
no la estemos pulsando, ésta emite sonido como consecuencia de recibir
el movimiento sonoro de la cuerda que se esté pulsando. Y finalmente, el
apoyo propiamente dicho, el cual se utiliza cuando quiera que se haya
dispuesto que el fragmento musical a ejecutar, deba ser interpretado de
manera ligada y con una duración prolongada y/o expresiva de cada nota.
Ahora bien, en el evento de utilizar los demás modos antiguos (modos dórico, frigio, lidio, mixolidio y locrio) es decir, los modos antiguos que no corresponden propiamente a la estructura de las escalas mayores y menores (modo jónico y eólico)
u otras escalas, es conveniente tener en cuenta el mismo criterio
esbozado anteriormente, cuando se esté transportando la melodía, toda
vez que las melodías concebidas en el tono original de cada uno de los
modos, nos ofrecen una proporción adecuada para la ejecución de melodías
en cuerda suelta y así también, en cuerda pisada. suena muy bien
Armónicos
Los armónicos
están clasificados en tres categorías: armónicos naturales, armónicos
octavados y armónicos cero. A su vez, éstos admiten otra subdivisión,
pueden ser simples o compuestos: aquellos, los que se ejecutan sobre una
sola nota, y éstos, los que se ejecutan sobre dos o más notas. Para el
caso que nos ocupa, resulta muy apropiado encontrar en una obra la
posibilidad de utilizar los armónicos naturales, bien sean simples o
complejos, dentro del discurso melódico o armónico de la misma; no
obstante, si se requiere usar los armónicos octavados, se cuenta también
con la posibilidad de acompañamiento del dedo pulgar, el cual en esa
circunstancia puede contribuir con el discurso armónico de la obra. Por
otra parte, el armónico cero constituye un recurso tímbrico interesante,
consistente en armónicos sacados directamente sobre la nota pulsada
sobre el diapasón.
La transparencia
Este es un efecto que para el caso del tiple, permite utilizar la
primera cuerda como acompañante, toda vez que la melodía se encuentra
necesariamente en la segunda cuerda y ocasionalmente en la tercera. Esta
condición se hace muy adecuada cuando se utiliza el rasgueo, por cuanto
el conducir la línea melódica en la segunda y/o tercera cuerda (s)
garantiza hacer prevalecer el volumen de la misma, de una parte, y de
otra, si no se rasguea en ese fragmento musical, se cuenta entonces con
la posibilidad de realizar un acompañamiento enriquecido con la tímbrica
de la cuerda al aire y la cuerda pisada en ese registro.
El trémolo
El trémolo
es uno de los efectos que más impresión causa cuando se ejecuta con
precisión y rapidez. La melodía debe ser ubicada preferiblemente en las
cuerdas cuarta y tercera, lo cual no es óbice para no incluirla en un
momento dado en la segunda. Ello, por lo que se hace necesario dejar a
cargo de la primera o segunda cuerda el acompañamiento tremolado. Al
utilizar este maravilloso efecto y teniendo en cuenta que el sonido es
movimiento, el trémolo que soporta una de las cuerdas del grupo de tres,
propio de los órdenes del tiple, se traduce en una riqueza no sólo de
orden tímbrico, sino también de volumen, el instrumento emite entonces
un hermoso sonido que flamea en su versatilidad armónica.
El rasgueo
Es el alma de la idiomática tiplística, y es precisamente por ello,
por lo que resulta conveniente disponer su ejecución e interpretación en
el momento indicado. Huelga decir que, una vez determinado el punto
climático de la obra, es bien importante puntualizar en qué momentos
hace su aparición, para que en el mejor de los casos el resultado del
espectro sonoro que arroja su ejecución, se pueda valorar no sólo como
lenguaje sustantivo del instrumento, sino también como efecto.
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